¡Hola a todos!
Aquí estamos una semana después del fin de la campaña, aún con la resaca de tanto trabajo y tanta felicidad al ver el último día que superábamos con creces nuestro objetivo óptimo. Hicimos nuestro agradecimiento inmediato a todas las personas que siguen nuestras redes sociales, pero creo que necesitábamos reposar y dejar pasar unos días antes de escribir un post como éste, en el que pretendo analizar no sólo los resultados obvios, sino todo lo que hemos aprendido por el camino.
Por supuesto, lo primero que nos llevamos es la alegría y el alivio de ver que podemos mantener el contrato de Bea por más de un año más. Esto nos da un buen respiro y la tranquilidad de saber que podemos acabar todo lo que tenemos en marcha, que es mucho. Antes de llegar a precipita, hemos intentado de mil maneras conseguir financiación para ella: a través de becas personales, a través de proyectos que financien personal… nada funcionó. Somos un grupo joven y eso nos limita las opciones frente a grupos más poderosos.
Creo que lo más importante que me llevo de esta experiencia es la solidaridad y el cariño de mucha gente. No sólo donando dinero, que por supuesto era esencial en nuestra campaña, sino compartiendo nuestras miles de publicaciones sin descanso, dedicándonos palabras de ánimo, siguiendo con emoción como la hucha iba aumentando… y no sólo nuestra familia y amigos, que por supuesto conocían de primera mano lo que nos jugábamos en esto y la importancia que tenía para nosotras. Gente anónima solidaria dispuesta a ayudar, que se sintió implicada en nuestra pequeña batalla y que nos hizo volar alto. Personas bonitas que transmiten calidez. Ese calor nos dió ánimos muchos días en esta campaña y nos acompañará por mucho tiempo más.

Siempre hago la broma de que nos llevamos un montón de “competencias transversales”… desde community manager a aprendiz de influencer, comunicadora, vendedora de mascarillas, encargada de marketing… combinando todo esto como buenamente podía con mis labores de jefa de grupo de investigación. Nuestras reuniones de grupo combinaban datos y resultados científicos con nuevas ideas para videos o posts en instagram. Tenía que pedir a las personas de mi equipo y familia que sacrificaran horas personales para ayudar a organizar y gestionar pedidos, correos, envíos, whatsapps… qué suerte estar rodeada de tanta gente dispuesta a ayudar con una sonrisa en la boca.
Ha sido duro, no quiero engañar a nadie. Hemos acabado agotadas. Nuestras familias han sufrido el peso de un proyecto que nos ha robado muchas horas del día. Pero al final, todo ha merecido la pena. Y todo ha sido una gran labor de equipo en el que TODO el mundo ha tenido gran relevancia. Gracias a todos por aguantarnos, por ayudar, por consolar, por dar ideas, por colaborar… ha sido increible.
¡Ahora nos queda hacer nuestro trabajo de verdad! Investigar a tope para avanzar este proyecto y, ojalá, abrir el camino para que el cáncer de páncreas deje de ser una sentencia de muerte. Ahí estaremos día a día luchando para conseguirlo. ¡¡Os lo debemos a todos!!
